lunes, 30 de noviembre de 2009

La influencia, y los primeros kindergartens.

En la segunda mitad del siglo XIX, llegaron a Chile las influencias educativas desde Europa y Estados Unidos. Así empezaron a funcionar algunos “grupos de juego” y los primeros “Kindergartens”, todos en el ámbito particular. Relevante fue para la instalación de estas primeras experiencias, la traducción del alemán al español, que hizo Don José Abelardo Núñez en 1889 de la “Educación del Hombre”, obra central de Federico Froebel, escrita en 1826.

Es relevante señalar, que a comienzos del siglo XX, el Estado de Chile, empezó a “subvencionar” algunos de los “Kindergartens” particulares existentes; sin embargo no fue hasta 1906, que el sector público se comprometió con la instalación del primer Kindergarten fiscal. Ello se efectuó anexo a la Escuela Normal N° 1 de Santiago, en una casa arrendada al frente de ella, en calle Compañía. Para poner a funcionar este establecimiento, acorde a la política existente de invitar a diversos educadores europeos a venirse a Chile para ayudar a su desarrollo educacional, fue contratada una educadora austríaca de la Escuela Normal de Graz: Doña Leopoldina Maluschka, quien se trasladó con toda su familia. El 16 de Agosto de ese año, ayudada por dos estudiantes de la Escuela Normal que iniciaban su formación como Kindergarterinas, comenzó a funcionar el primer Kindergarten Fiscal empleando el método Froebeliano. Si bien es cierto que este Kindergarten tuvo dificultades en comenzar, ya que en ese mismo día en la noche fue el terremoto de Valparaíso que afectó también fuertemente a Santiago, y por tanto, la casa del Kindergarten. Este establecimiento, con su regenta doña Leopoldina, las “kindergarterinas” en formación y posteriormente con sus egresadas, se convirtió en un importante centro impulsor de la Educación Parvularia del país.

Es de relevancia destacar que en esta etapa de instalación, el ideario que llegó a través de la obra de Froebel y su interpretación efectuada en el país, hizo que se instalaran los paradigmas más importantes que en gran parte fundamentan hasta el presente, la orientación de este nivel educativo. Desde entonces, se inició una educación parvularia sustentada en:

- Una concepción educacional que empieza desde el nacimiento hasta el ingreso a la Escuela Elemental o Básica.
- Un enfoque de calidad de su contenido que propicia el trabajo activo del párvulo, el respeto a sus características, la integralidad de su desarrollo, y una metodología lúdica, entre otros.
- El trabajo complementario con los padres en la formación de los niños pequeños.

Además de lo anterior y debido a su enfoque pedagógico y sensibilidad al país que la había recibido, doña Leopoldina se preocupó de llevar su aporte educacional a sectores vulnerables, creó el primer “Kindergarten Popular” en 1911, e hizo adaptaciones a la cultura chilena, incorporando temas y símbolos nacionales en las planificaciones curriculares.

En pocos años, como producto de la labor de Doña Leopoldina y de las kindergarterinas egresadas, la educación parvularia se extendía a lo largo de todas las provincias del país, en su mayoría en aulas anexas a Liceos, y de escuelas del sector particular. Además, se editaron revistas [1] y publicaciones específicas, se hicieron importantes participaciones en seminarios nacionales, y se crearon diferentes asociaciones [2] vinculadas al área.

En la segunda década del siglo XX, como producto de la Primera Guerra Mundial, y de la depresión mundial, se detuvo en el país este impulso fundador, y se disminuyó la atención del sector a niveles mínimos. A pesar que otras Escuelas Normales, como la N° 2 de Santiago, incorporaron a este nivel entre sus actividades, la atención pasó a ser muestral, aunque se avanzó en otros aspectos cualitativos, como la incorporación del método Montessori en Chile ( 1925 ), y los primeros intentos de establecer una Sala Cuna educativa, realizados por Doña Leopoldina, sin éxito.

Sin embargo, en la década de los cuarenta, empezó a generarse un movimiento universitario de gran esplendor en el país en torno a la Universidad de Chile, teniendo como Rector a Don Juvenal Hernández, y como colaboradora a Doña Amanda Labarca, quien marcó una nueva etapa en el desarrollo del nivel.

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